Senin, 05 Desember 2016

"La niña alemana" - Armando Lucas Correa

Hoy os traigo la reseña de una novela de la que me enamoré nada más verla en el catálogo de novedades de Ediciones B. Un mes antes de que se publicase ya la tenía yo más que apuntada. La preciosa portada y la sugerente sinopsis fueron suficientes para que me lanzase como loca a por ella. Una vez leída os adelanto que me ha gustado pero no tanto como pensaba.

Éstas son mis impresiones


Armando Lucas Correa

Armando Lucas Correa nació en Cuba. Escritor y periodista, actualmente es el jefe de redacción y principal portavoz de Peopleen Español, la revista hispana de mayor venta en Estados Unidos, con siete millones de lectores mensuales.

También aparece con frecuencia en los programas de televisión en lengua española. Ha recibido numerosos premios periodísticos, entre ellos el de la National Association of Hispanic Publications y el de la Society of Professional Journalism.

La niña alemana es su primera novela y se publica de forma simultánea en inglés y castellano. Vive en Nueva York


Datos técnicos

Título:"La niña alemana"

Autor: Armando Lucas Correa 

Editorial: Ediciones B

Publicado por primera vez en noviembre de 2015  

Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta

ISBN: 978-84-666-6004-4

Páginas: 448

PVP: 20,00 Euros en papel



Argumento

Inspirada en un hecho poco conocido: la negativa de Cuba y otros países a recibir a los judíos que huían de la Alemania nazi a bordo del transatlántico St. Louis. Finalmente, solo a unos pocos se les permitió desembarcar.

Antes de que todo cambiara, la vida de Hannah Rosenthal era de ensueño. Pero ahora, en 1939, las calles de Berlín están embanderadas de estandartes nazis, su familia ha sido desposeída de sus bienes y los judíos ya no son bienvenidos en los lugares que antaño frecuentaban. Hannah y Leo Martin, su mejor amigo, sellan un pacto: pase lo que pase, ambos compartirán un mismo futuro.

La próxima partida del transatlántico St. Louis con rumbo a Cuba les proporcionará una chispa de esperanza. Tras una ardua gestión para obtener visados, los Rosenthal y los Martin se embarcan en la lujosa nave con destino a La Habana. La vida a bordo del St. Louis se asemeja a unas vacaciones surrealistas para esos refugiados, pero los rumores inquietantes desde Cuba no tardan en ensombrecer el ambiente festivo, y la nave que prometía ser su salvación parece a punto de convertirse en su sentencia de muerte. Hannah y Leo se ven enfrentados a una decisión desgarradora...

Siete décadas después, en la ciudad de Nueva York, el día que cumple doce años, Anna Rosen recibe un paquete de Hannah, una tía abuela a la que nunca conoció pero que crio a su difunto padre. En un intento de reconstruir el misterioso pasado de su padre, Anna y su madre viajan a La Habana para reunirse con la anciana. Hannah les relatará el viaje en el St. Louis, les hablará de sus años en la isla y revelará, por primera vez, el modo en el que ella y Leo cumplieron con el solemne pacto que sellaron.



Impresiones

La historia comienza poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. En Berlín la situación de Hannah Rosenthal y su familia, judíos, se ha hecho insostenible y el padre lleva meses moviendo hilos para poder irse del país. Hannah es una niña de diez años; su madre es una mujer rica y la familia tiene posibles por lo que compran una hacienda en Cuba desde, en cuanto tengan los visados, se trasladarán a Estados Unidos. La familia, junto al íntimo amigo de Hannah Leo y el padre de éste, se embarcan junto a otros muchos judíos (casi mil) en el St. Louis. Pero cuando están en alta mar las cosas se complican. Muchos de los pasajeros viajan con permisos concedidos por Manuel Benítez, director del Departamento de Inmigración de Cuba. Pero éste ha sido destituido y el gobierno cubano decide invalidar los permisos, sólo reconociendo los expedidos por la Secretaría de Estado y Trabajo. Hannah y su madre tienen ambos permisos pero el padre de Hannah y Leo y el suyo sólo tienen “los Benítez” por lo que no se les permitirá desembarcar en la Habana. Sólo unos pocos afortunados consiguen entrar en Cuba, los demás tienen que seguir en el barco y volver a Alemania. El capitán, un buen hombre, busca países que les acojan pero ni Estados Unidos ni Canadá lo hacen y serán algunos países europeos como Francia y Holanda los que finalmente acaben acogiendo a los judíos. Pero, ya sabemos lo que pasó: estalló la Guerra y todos los judíos que vivían en los países ocupados fueron perseguidos.

L
El St. Louis
a novela está inspirada en un hecho real y vergonzoso: la negativa de Cuba, Estados Unidos y Canadá a acoger a los judíos que huían de la Alemania nazi a bordo del St. Louis. Una negativa que abocaba a la mayoría de ellos a una muerte segura. Es un hecho que para mí era desconocido. Como para mucha gente pues sólo en tiempos recientes Estados Unidos ha reconocido su parte de responsabilidad en el asunto y Cuba se niega aún a reconocerlo. En este sentido, me ha gustado mucho descubrirlo.

Las novelas que transcurren en la Segunda Guerra Mundial me suelen gustar mucho. Es un periodo desgraciadamente fascinante, muy literario, que da mucho juego. Fueron tantos países, tantas batallas, tantas desgracias, tantos hechos colaterales (como, por ejemplo, el expolio de robas de arte) que, por muchas novelas que se escriban, casi siempre el autor puede encontrar un hueco inexplorado, una historia insólita por contar. Como pasa en esta novela.

La historia se cuenta a través de dos tramas paralelas: una situada en el pasado, en el año 1939 y siguientes, protagonizada por Hannah Rosenthal y su familia. La otra se sitúa en el presente y cuenta la historia de una niña de doce años llamada Anna que el día de su cumpleaños recibe un paquete proveniente de Cuba, de una tía de su padre (muerto en los atentados del 11-S). En el paquete viene un fajo de fotografías antiguas, de la que parece ser la familia de su padre. La verdad es que ni Anna ni su madre saben mucho del pasado de éste, salvo que era huérfano y le crió en Cuba su tía, así que deciden viajar a Cuba para conocer a esa tía y ver si pueden averiguar más cosas.

A
Pasajeros del St. Louis
sí, en dos tiempo, presente y pasado, nos iremos enterando de todo lo que pasó en aquellos años: la situación de los judíos, el viaje en el St. Louis, la llegada a Cuba, los años vividos en Cuba, etc… He de reconocer que me ha gustado más la trama del pasado que la del presente. Eso es algo que me ocurre casi siempre en este tipo de novelas pero en este caso ha sido más acusado. Sinceramente, para mí la historia hubiera ganado enteros si todo hubiera transcurrido en el pasado y el autor hubiera contado con más detalle algunos hechos como el viaje de vuelta a Europa del St. Louis, lo que pasó con algunos de los pasajeros (básicamente con el padre de Hannah y con Leo). Y es que la parte que transcurre en Cuba no me ha logrado emocionar. Para mí el interés estaba en otra parte. A ver, no digo que no sea interesante ver cómo unas alemanas que han tenido que huir de su país dejando todo atrás, se aclimatan a una nueva vida; lo es y mucho. Las novelas situadas en esta época normalmente se centran en lo que pasó en Europa (o, si acaso, en los países no europeos que participaron en el conflicto) pero no suelen hablar de los “afortunados” que pudieron huir de Europa y se buscaron una vida en otros lugares. Su situación no fue nada buena, eso está claro, porque muchas veces tuvieron que dejar atrás sus fortunas, a parte de sus familias, e intentar sobrevivir en países muy extraños, con idiomas y costumbres diferentes, donde quizás fueron bien recibidos y quizás no. Pero, sin duda, la parte más dramática tuvo lugar en Europa y por ello allí suelen transcurrir las historias más emocionantes.


La historia está narrada en primera persona por ambas niñas, Anna y Hannah. Una bonita perspectiva que, sin embargo, en mi opinión no acaba de cuajar del todo en el caso de Hannah. Cierto que eran otros tiempos y otras circunstancias pero en ocasiones me ha parecido que Hannah no actuaba como corresponde a una niña de diez años. Hay momentos que sí, que es una niña y actúa como tal, pero en otros momentos el autor pone en su boca palabras o expresiones y actúa de una forma que me parece más propio de un adulto que de un niño.

El estilo es sencillo y de amena lectura. La alternancia de tramas aporta ritmo a la historia y la verdad es que la novela se lee de forma muy fluida y amena, resultando una novela muy entretenida. No obstante, me ha faltado algo de emoción. En algunas reseñas, donde señalan lo mismo, he leído que eso puede deberse a que es Hannah, una niña, quien habla. Yo no estoy de acuerdo: a bote pronto, recuerdo ahora mismo dos novelas protagonizadas por niños (“Entre tonos de gris” de Ruta Sepetys y “Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea” de Annabel Pitcher) que, no obstante, son muy emotivas. Me da la impresión de que el autor, queriendo huir del dramatismo (cosa que se agradece), ha incurrido en un poco de asepsia emocional. En todo caso, no deja de ser una impresión mía que no sé si todo el mundo compartirá.

Una de las cosas que más me han gustado además de el poder descubrir este hecho histórico que no conocía, es ver cómo vivía una niña el hecho de que, de la noche a la mañana, se hubiera convertido en una apestada. Sólo por el hecho de ser judía. Los alemanes consideraban a Hannah impura frente a ellos, los puros. Y, no obstante, Hannah era el prototipo de la niña alemana: rubia, ojos azules, blanca de piel… Vamos, “la niña alemana” por excelencia. Me ha gustado mucho ver cómo ve y vive ella estas cosas.


Conclusión final


“La niña alemana” ha resultado ser una novela entretenida que me ha descubierto unos hechos vergonzantes, otros más, sucedidos durante la Segunda Guerra Mundial. Una novela que me ha gustado en líneas generales aunque me ha faltado un poco más de emoción.

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